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Guerras dinásticas Dynastic Wars
La lucha perenne por el control en Europa
En los albores del siglo XVIII, Luis XIV se
enredó en una contienda dinástica por la corona española
colocando la Casa de Borbón francesa contra la
Casa de Habsburgo de Austria que había controlado
la línea de sucesión real en España desde los días de
Juana la Loca y Felipe el Hermoso. El jugador más
decisivo en la lucha dinástica por la hegemonía en
Europa era España que era el comodín. El
trono de los españoles pudo haber tomado cualquier
rumbo. Bien pudo haber permanecido en manos de los
Habsburgo, pero Luis XIV pudo voltear las tablas
de sus adversarios dinásticos, transformando a España de
enemigo a aliado y haciéndolo a la manera tradicional
de las élites, es decir, a través del torrente sanguíneo.
Toda familia real de Europa estaba interrelacionada
por sangre a tal grado que había siempre una
puerta trasera, por decirlo así, a una casa real. Cualquier
ramita de una relación en una rama del árbol
genealógico, por distante que fuera, podía proveer un
reclamo al trono. Cuando Carlos el Hechizado murió
en 1700, después de vivir solo 39 años tortuosos, no dejó
heredero, pero declaró claramente en su última voluntad
y testamento quién debería sucederlo. El sucesor 1 testament who should succeed him. The successor
designado por Carlos fue Felipe de Borbón, el
Duque de Anjou, que era uno de sus primos lejanos
y nieto de Luis XIV.
Otros, en la familia real y en la corte española,
tenían diferentes ideas sobre quién debería tomar
el poder. La intención de la madre de Carlos, Mariana,
que era el gran poder detrás del trono, había sido
mantener la alianza Habsburgo en marcha. Ella hizo
The Perennial Fight for Control in Europe
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he 18 century Louis XIV became
embroiled in a dynastic contest for the Spanish crown
placing
the French House of Bourbon against the
House of Habsburg of Austria which had controlled
the line of royal succession in Spain since the days of
Crazy Jane and Philip the Beautiful. The most decisive
player in the dynastic struggle for hegemony in
ur
ope was Spain which was the wild card. The
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Spanish throne could have gone either
way. It might well have remained in the hands of the
Habsburgs, but Louis XIV was able to turn the tables
on his dynastic adversaries, transforming Spain from
enemy into ally and doing so in the traditional manner
of the elites, that is, through the bloodstream.
All of the royal families of Europe were interrelated
by blood to such a degree that there was always a
back door, so to speak, to a royal house. Any
little twig of a relationship on a branch of the family
tree, distant as it might be, could provide a
claim to the throne. When Charles the Spellbound died
in 1700, after living only 39 torturous years, he left
no heir but he stated clearly in his last will and
1
signated by Charles was Philip Bourbon, the
de
uke of Anjou, who was one of his distant cousins
D
and a grandson of Louis XIV.
Others, in the royal family and at the Spanish court,
had different ideas about who should take
power. The intention of Charles’ mother, Mariana,
who was a major power behind the throne, had been
to keep the Habsburg alliance going. She did
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